El viejo y el mar
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Titulo de la
obra: El viejo y el mar
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Autor: Hernesto Hemingway
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Género: Literario
ü Especie: Novela
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Idea principal: Para mí la idea
principal seria que nadie debe rendirse hasta no haber luchado lo
suficientemente para rendirse, porque en esta vida lo último que se pierde es
la esperanza.
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Idea secundaria: Para mí la idea
secundaria seria que, hay muchos pueblos que no tienen para comer y lo único
que hacen es cazar peces, pero eso no debe seguir, porque hacemos daño al medio
ambiente.
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Personajes:
ü Principales:
El
viejo y Mandolín
ü Secundarios:
La
camarera , la señora Pérez
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Comentario: Mi comentario seria que todas las
personas debemos de luchar hasta el final y no rendirnos nunca.
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Moraleja:
En este mundo todos debemos luchar por ser grandes
personas en lo económico y en lo personal.
Biografía
del autor
(Ernesto Miller
Hemingway; Osaka Park, 1899 - Ketchum, 1961) Narrador estadounidense cuya obra,
considerada ya clásica en la literatura del siglo XX, ha ejercido una notable
influencia tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos trágicos
y el retrato de una época que representa. Recibió el premio Nobel en 1954.
En 1952 dio a
conocer El viejo y el mar, que
tiene como protagonista a un modesto pescador de La Habana, donde vivió y
escribió durante muchos años enfrentado a la naturaleza. Algunos críticos han
visto en este texto la culminación de su obra, porque en él confluyen el
humanismo y la economía artística; otros, sin embargo, opinan que éste no es el
mejor.
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Resumen:
La
historia se desarrolla en La Habana, Cuba y cuenta que un viejo hombre de mar
“Santiago” quien vivía solo ya hacía muchos años, no tenía mucha suerte en su
pesca. Su amada esposa había muerto años atrás. En el pueblo al hablar de él se
referían a El Viejo, en lugar de su nombre. A su avanzada edad, ya no era tan
exitoso en su pesca como en otros tiempos. A su lado, un niño “Manolo” el cual
el viejo había hecho pescador desde muy joven. La seguidilla de fracasos de
Santiago ya se extendía a 84 días y era tan mala su reputación como pescador
que los padres del niño le prohibieron seguir pescando con él, luego de los
primeros 40 días sin frutos con el viejo. Manolo, estuvo siempre con Santiago a
pesar de sus reveses, aunque sólo como apoyo moral y llevándole alimentos, pues
Manolo estaba embarcado con otros pescadores de mayor suerte. El lazo entre
ellos dos era muy fuerte, ya que compartían aventuras de pescas exitosas en el
pasado.
En el día
85, Santiago pensó que su mala racha tendría que terminar y aunque manolo
quería viajar con él, ni los padres del niño ni el viejo lo permitirían.
Entonces Santiago se lanza a la mar muy temprano como todos los días, cansado,
con hambre y sin tantas fuerzas como en sus mejores tiempos en busca de una
mejor suerte, en contraste del resto de los pobladores pescadores que salían
con mejor racha. Ya en el mar, Santiago hacía lo de costumbre, preparar la
carnada, hablar solo, pues, no estaba acompañado y desde muy joven había
aprendido a hablar de esta manera y en silencio.
Al no
tener compañía, estaba convencido que a nadie importunaría
, por lo
que hablar solo era más fácil. En un instante del medio día, un pez picó en la carnada
y Santiago tomó con prisa el hilo para esperar el momento oportuno de la
captura. Esperó con la paciencia de los pescadores más experimentados y en el
momento preciso, tiró del hilo para provocarle una herida mortal al pez. Para
su sorpresa, este pez no tenía intenciones de rendirse fácilmente y en lugar de
facilitarle su trabajo, inició una batalla por la vida tirando del hilo
mientras Santiago no le permitía escapar. Santiago sintió que este esfuerzo no
era usual, pero urgido de una victoria se hizo jurar a si mismo que lo
perseguiría más allá de cualquier frontera, más lejos de donde cualquiera
hubiese llegado jamás. Pasaron las horas y Santiago no tenía la menor idea de
lo que enfrentaba, lo único que sabía era que se alejaba cada vez más de la costa
mientras que aquel pez tiraba del hilo.
Caería la
no{´+he y Santiago no tendría la dicha de saber quién era su rival al que,
conforme pasó el tiempo, respetaría su gallardía. En medio de la oscuridad,
Santiago empezó a sentir miedo y recurrió a sus recuerdos más valiosos, sus
victorias, su mujer, el pequeño manolo al que extrañó y sintió que debió estar
con él para ayudarle, pero enseguida desechó esa idea pues, al final de cuentas
sabía que estaba solo. Pero el miedo se acrecentó a tal punto que Santiago,
quien no era hombre muy religioso, hiciera promesas al Creador recitando 10
Padre Nuestros y 10 Ave Marías. La tensión creció mucho más y entonces prometió
100 Padre Nuestros y 100 Ave Marías, solamente que los recitaría a la vuelta
del viaje en vista que estaba muy agotado como para recitarlas. Una de sus
manos estaba estropeada y se disgustó con ella, sin embargo, se procuro curarla
en el agua salada mientras mantenía su batalla con el testarudo pez. No contaba
con alimentos a bordo, en su lugar tenía una botella de agua y el pescado
rancio que usaba como carnada, que al
final serviría de alimento para él mismo. Una pequeña ave se aproximó a la
embarcación y él se pudo percatar del cansancio que tenía. No sabía con certeza
cuanto tiempo había estado volando pero enseguida se enteró que estaba pasando
muchos problemas aquella ave. Santiago le dijo que descansara en su bote un
rato, pero que tenía que luchar por su propia cuenta si quería llegar con vida
a su destino y dicho esto, sintió un fuerte tirón del hilo y el ave se marchó
inmediatamente.
Por fin
el pez se dejó observar y entonces Santiago pudo contemplar su tamaño y
belleza, un pez espada enorme. Santiago apreció su belleza pero estaba
convencido que tenía que matarlo. La lucha duraría 3 días y al final Santiago
se quedaría con la victoria, disfrutó el momento y constantemente lo miraba
para estar seguro que era real su tamaño. No lo pudo subir a su embarcación
debido a sus dimensiones y camino a casa, los tiburones le dieron mordiscos por
todas partes. Santiago no se rindió y en lugar de aceptarlo, los hirió y mató
con su arpón hasta antes de perderlo en las aguas, de igual manera utilizó un
cuchillo y por último la caña del timón. A pesar de la valentía de Santiago, no
pudo hacer nada para evitar que los tiburones se quedaran con su premio.
Santiago
entonces sintió una vez más la derrota y empezó a hablar con el pescado ya
desecho, pero en su debilidad reconoció la valentía de ambos en aquella batalla
que libraron y se hacía preguntas tales como cuántos tiburones debió matar el
pez espada en vida ya que por su tamaño era casi un hecho que debieron ser
muchos y Santiago por su parte con el arpón y su cuchillo. Llego durante la
oscuridad a puerto sin recompensa, con un montón de espinas de pescado atadas a
su bote y con la moral por el suelo, casi arrastrándose llegó a su humilde
morada y se acostó a dormir. Por la mañana, el pequeño Manolo fue a la casa de
Santiago como todos los días durante su ausencia y rápidamente se percató del
sufrimiento que padeció al ver sus manos y al verlo en esa condición no pudo
evitar llorar. Ya adentrado el día Santiago fue por algo de comida para el
viejo en el pequeño restaurante de la localidad en donde el dueño del local le
envió con Manolo sus pesares al viejo de lo que le había pasado, no sin antes
reconocer que el pez debió ser enorme. Los pobladores estaban asombrados con el
tamaño inusual del pez espada que enfrentó Santiago y se acercaron a tomar algo
de este.
Unos
turistas que vieron los restos se preguntaban qué clase de pez pudo ser aquel y
uno de los pobladores incautos les respondió que un tiburón, luego se admiró
una dama turista y exclamó “no sabía que los tiburones tenían una cola tan
preciosa”.
Manolo
visitó al viejo y le dio los ánimos de siempre sólo que esta vez le hizo la
promesa que a partir de ese día pescaría junto a él sin importar que dijeran
sus padres pues a su juicio, ya era un hombre.
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